XIV Festival de Cine y Derechos Humanos de Donosti
Un barquito de papel entre la bruma, a la deriva o navegando hacia un destino incierto. Su armazón de palabras, una Declaración Universal de Derechos Humanos aparentemente frágil, simboliza el hilo conductor de este festival, más necesario que nunca. Los naufragios del Mediterráneo son solo un reflejo más de la desigualdad, realidades que la televisión retransmite desde la distancia. Decía Tony Gatlif en la inauguración del certamen que el cine nunca podrá cambiar el mundo, pero es posible que sea un estupendo instrumento para que ese barco de los derechos llegue a buen puerto.
El extranjero loco
Tony Gatlif
El Festival comenzó recuperando un largometraje de su homenajeando, el cineasta Tony Gatlif. Estrenada en 1997, El extranjero loco resume el compromiso de este hombre con el pueblo gitano, una temática que abordó también en films como Les princes, Latcho Drom o Transylvania. Aquí acompañamos a un joven francés perdido en Rumanía tras la voz de una cantante romaní. En este viaje, la fascinación del descubrimiento se sobrepone siempre al choque de culturas. La pareja formada por Romain Duris y Rona Hartner destila humor, química, ingenuidad y un erotismo salvaje como símil de la pasión desbordante de los zíngaros por la música, el baile, las tradiciones y la propia vida. En la carrera de sus cuerpos desnudos por el bosque hay una mirada libre de prejuicios a una cultura denigrada. Solo en nosotros está el poder de rasgarnos las vestiduras y vestirnos con la piel de otros, alquimia definitiva del ser humano. Veinte años después, el mensaje de esta palpitante, hermosa y conmovedora película sigue manteniendo intacta su vigencia.
Land of Mine
Martin Zandvliet
La historia la escriben los que ganan. Eso explica que acontecimientos como los de este drama bélico suelan brillar por su ausencia en los libros de texto. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, cientos de soldados alemanes fueron obligados a desactivar las minas enterradas por los nazis en las playas de Dinamarca, una misión suicida impropia de prisioneros de guerra. Land of Mine reconstruye ese pasado incómodo intercambiando la moralidad de sus definiciones. Entre otras, las de vencedores por verdugos, reparación por venganza o soldados por niños. Sin embargo, sobre la crueldad de la guerra también brillan pequeños destellos de humanidad. Martin Zandvliet conduce la tensión de esta historia con elegante pulso poético, una trabajada fotografía pictórica y el buen hacer del reparto encabezado por el actor Roland Møller y su unidad de jóvenes pupilos. Aunque el dramatismo se le vaya de la mano en algunos cambios de registro, rozando el sentimentalismo, Land of Mine nos deja en la retina el relato íntimo de unos personajes heridos enfrentados al odio.
Mallory
Helena Trestikova
La filmografía de la prestigiosa documentalista checa Helena Trestikova ha venido interesándose por los que viven en los márgenes de la sociedad, sujetos de estudio que persigue durante décadas hasta capturar su evolución en el tiempo. Como un Boyhood dolorosamente real. Tras la estela de films como Marcela, René o Katka, Mallory resume en hora y media trece años en la vida de una drogadicta rehabilitada a la que el destino no se lo ha puesto nada fácil. Esta exposición directa, verdadero cara a cara confesional, genera una empatía auténtica en el espectador a pesar de sus continuas elipsis. ivermectin side effects nhs Es también el reflejo de esa conexión intuida entre la protagonista y la propia cineasta que la cámara verbaliza. Hay finales felices e incluso carambolas del azar más allá de esta crónica de superación personal al borde del abismo. Los círculos terminan cerrándose y los roles se invierten más allá de la pantalla. Quiso también el destino que fuese Jiří Bartoška, ese ángel de la guarda de Mallory, quien le otorgase el premio al mejor documental en Festival de Karlovy Vary.
Tarajal: Desmontando la impunidad en la frontera sur
Xavier Artigas, Xapo Ortega, Marc Serra
El impacto social que tuvo hace un par de años la proyección en televisión de Ciutat Morta, aquella rabiosa denuncia de abusos policiales en la cosmopolita Barcelona, demostró la importancia del documental como agitador de conciencias entre el gran público. Sus creadores vuelven a la carga con un trabajo de investigación que tampoco esconde su carácter militante, centrado esta vez en los oscuros sucesos que terminaron con la vida de varios inmigrantes en un paso fronterizo de Ceuta. Desmontando la impunidad en la frontera sur cumple lo que promete, desvelando punto por punto los mecanismos de un sistema tan podrido que ni siquiera teme retratarse a sí mismo. Las armas de las que se vale son las de ese procedimiento judicial que nunca tuvo lugar, con sus pruebas, peritos, declaraciones de testigos y un uso destructivo del principio de contradicción. Alguno podrá decir que este vehemente alegato acusatorio apenas deja espacio para los matices de una lectura más profunda. No les faltará razón, aunque está claro que su verdad es tan incontestable como necesaria.
El caso Fritz Bauer
Lars Kraume
Alemania ha desenterrado últimamente los claroscuros de su postguerra en films como Phoenix o La conspiración del silencio. Casualmente, este largometraje se acerca también al papel que jugó su fiscal general en los procesos abiertos contra los responsables del holocausto judío. El caso Fritz Bauer, interpretado aquí por un estupendo y sobrio Burghart Klaussner, se mueve en un terreno cinematográfico difuso, entre la recreación histórica y los clichés de una cinta de espías con regusto a noir, mujer fatal y jazz. ivermectina para niños precio Aunque los elementos introducidos con calzador en el guión cantan, especialmente el personaje de Ronald Zehrfeld, el interés se mantiene. Detrás queda la sombra de ese nazismo perpetuado en las esferas del poder que debía ser llevado al estrado para memoria de las nuevas generaciones, más allá de los juicios de Frankfurt y la caza de Adolf Eichmann. Aunque a la dirección de Lars Kraume le falta cierto aliento fílmico, merece la pena entrar en la biografía de esos hombres buenos que decidieron enfrentarse al pasado en vez de mirar para otro lado.
Richard Oribe. Al otro lado de las medallas
Iñigo Asensio
A pesar de su discapacidad, el donostiarra Richard Oribe ha conseguido convertirse en el mejor nadador con parálisis cerebral del mundo. A la hora de relatar esta increíble trayectoria, Iñigo Asensio no ha querido centrarse tanto en su carrera deportiva como en ese día a día fuera de la piscina, una batalla sin descanso sobre la que ahora pesa también la incertidumbre de la retirada profesional. Este pequeño documental para televisión logra hacerse grande cuando enfoca a su héroe y los que le rodean desde la intimidad sin resultar condescendiente. Richard nos enseña una verdadera lección de vida a través de sus gestas, las deportivas y esas otras que tantas veces pasan desapercibidas, ahogadas por los laureles dorados del triunfo. Al otro lado de las medallas está sin duda el aplauso del público, pero también la sonrisa sin medida que nos devuelve un ser humano irrepetible. Esa fue su respuesta ante un teatro abarrotado, emocionado y puesto en pie. No podía ser de otro modo. Era necesario estrenar este regalo de generosidad en su ciudad y ante su gente.
Mañana
Cyril Dion, Mélanie Laurent
De niño mis padres me regalaron un libro ilustrado que nos alertaba del peligro que corría nuestro planeta: El Capitán Eco y el destino de la Tierra. Mucho tiene que ver aquel manifiesto ecologista infantil con este documental que ha conseguido reunir en las salas a un millón de espectadores. Para empezar, su espíritu pedagógico, dinámico y clarividente. Mañana derriba para reconstruir nuestro orden mundial y sus círculos de poder en torno a la agricultura, energía, economía, democracia y educación. Su activismo hipster no da tregua al destino inevitable. Cyril Dion y Mélanie Laurent no solo consiguen explicarnos dónde está el problema; también orientarnos hacia las soluciones exponiendo un muestrario de pequeñas iniciativas populares que brotan por el mundo como contrapunto a la globalización, a modo de optimista camino alternativo. Ha llovido desde entonces pero aquel libro de mi infancia mantiene intacto su mensaje. La idea sigue siendo la misma. Que mañana deje de ser mañana para convertirse en ahora. Esta es una película para creer en ello.
Tititá
Tamás Almasi
Con ocasión de la capitalidad cultural, el Festival recibe este año aportaciones de otros homólogos europeos. Desde Budapest nos llega este documental sobre un campamento musical apadrinado por el guitarrista Ferenc Snétberger. De todos los alumnos, la cámara de Tamás Almasi sigue los pasos de un joven de etnia gitana que malvive en una comunidad apartada. Aunque la acción se sitúa en las clases y pequeños instantes de los chavales, bastan dos visitas a casa del protagonista para deducir que su desigualdad no solo se traduce en el día a día de la pobreza. En un lugar en el que todos deberían tener las mismas oportunidades, se transforma en la falta de integración propia de la inseguridad. where can i buy ivermectin for cats Anti no es uno de esos genios musicales innatos que harían que los jueces de un concurso de talentos levantasen los pulgares hacia arriba. Su tímida sonrisa no deja lugar a dudas. Tititá supone por sí misma una delicia para los oídos pero en su retrato aparentemente entrañable se esconde la frustración de quienes luchan contra su condición hasta rendirse. Música, maestros.
Mediterranea
Jonas Carpignano
Mediterranea es un film entre dos mundos. Su director, un neoyorquino de padre italiano y madre afrocaribeña, lo lleva en la sangre. No es de extrañar que Jonas Carpignano construya esta odisea migratoria desde una constante dualidad. Está presente en el propio formato del docudrama y en el actor no profesional Koudous Seihon, al que descubrió en un campamento de inmigrantes mientras preparaba el germen del argumento. La vida de Ayiva es, en gran medida, la suya. El comienzo de esa aventura africana rodada con una temblorosa cámara en primera persona es fascinante en las bellísimas y terribles secuencias de la travesía por el desierto y el naufragio. Al igual que los dos protagonistas, la película se estanca en una Italia de fricciones, xenofobia y explotación laboral. Hay un innegable sello Sundance tras la estética del proyecto -ahí están las conexiones con Bestias del sur salvaje- pero Carpignano demuestra una madurez insólita en esta ópera prima que exprime la esencia del Mediterráneo actual, punto de encuentro y frontera de realidades enfrentadas.
Chicas nuevas 24 horas
Mabel Lozano
Mabel Lozano filmó hace unos años un documental sobre la explotación sexual titulado Voces contra la trata de mujeres, con el foco puesto en el este de Europa. Su relato continúa ahora al otro lado del Atlántico, en Paraguay, Colombia o Perú. Chicas nuevas 24 horas testimonia los relatos personales de sus víctimas a pie de calle, visibilizando la existencia de un mercado que termina en nuestras ciudades al final de la cadena de montaje. Con un estilo directo, agitador y algo televisivo, la directora señala sin tapujos a todos los agentes implicados en este negocio millonario del que España es el tercer consumidor mundial. Los datos no dejan lugar a dudas. Todos somos cómplices y la parodia de esa clase de marketing pone sobre la mesa las leyes que rigen la esclavitud sexual. Esta película, especialmente atractiva para una educación en valores, tiene la virtud de dejar un pequeño espacio para la reflexión del espectador, por evidente que pueda parecer su denuncia. La trata de blancas no es más que otra de las caras de ese machismo global que engorda la pobreza.
La France est notre patrie
Rithy Panh
Rithy Panh abandona en esta película el periodo de los Jemeres Rojos por los años del colonialismo francés. Pero resulta imposible olvidarse de sus predecesoras. De hecho, La France est notre patrie bien podría verse como una cara b de L’image manquante. Si en aquel pseudo-documental el camboyano re-construía desde cero lo que el genocidio había arrebatado a la memoria, aquí re-utiliza imágenes del pasado para darles un nuevo sentido a través del montaje, la música, la voz y los intertítulos del cine mudo. La prepotencia civilizadora de quienes hicieron de las colonias su patio privado se convierte en manos maestras en una irónica parodia del cinematógrafo primigenio. Cada fotograma es una reflexión en primera persona, sin necesidad de explicaciones. Como en toda su obra, el diálogo adquiere tintes de justicia poética cuando un material de archivo propagandístico renace con un propósito renovado. Ni un imperio, ni un sueño, ni una madre. Siendo un cronista aventajado de su tierra, para Rithy Panh la verdadera patria reside en el poder inagotable del cine.
La prenda
Jean-Cosme Delaloye
En Guatemala los asesinos no se limitan a acabar con sus víctimas cuando se trata de mujeres. Lo cuenta una de las entrevistadas en este documental. Los casos de Kelly, Astrid y Micaela son solo tres ejemplos del feminicidio sistematizado que recoge el trabajo del periodista Jean-Cosme Delaloye. Es imposible suavizar la fotografía de un cadáver desfigurado o el llanto de un niño huérfano ante una tumba. Por eso su mirada incide tanto en la brutalidad de una violencia que hiela la sangre. Las historias que intercala vienen a explicar también cómo esa violencia termina imponiéndose más allá de los muertos en un país donde los crímenes quedan impunes. Aunque apenas sirva de consuelo, tras las secuelas está la dignidad de las supervivientes, los familiares y quienes les apoyan. Hay un poso de humanismo en esa vida que sigue adelante pero por mucho que La prenda termine con un final feliz tras la frontera, su miseria es una de las más duras vistas en esta edición del Festival. El horror que tuvo que enfrentar el equipo de rodaje atraviesa la pantalla.
Facebookistan
Jakob Gottschau
No haces 500 millones de amigos sin ganarte algunos enemigos. La frase promocional de La red social le viene que ni pintada a este documental dispuesto a airear los trapos sucios de Facebook. El problema es que ya los conocemos. Jakob Gottschau se centra en el control de la información y la censura, esbozos de un tema que daba para un análisis infinito en lo político, sociológico, moral y económico. A estas alturas, esa visión de Mark Zuckerberg como un genio del mal está demasiado arraigada en nuestro imaginario, aunque lo que cuenta esta caricatura no sea exclusivo de Facebook. Detrás de la mesa de ping-pong, las oficinas de diseño y el buen rollito corporativo se esconde la implacable moral del dólar, pero esa privacidad sacrificada interesa menos que los ejemplos. Las intervenciones del activista Max Schrems y las fotografías compartidas por Peter Øvig Knudsen son los más destacables. En cualquier caso, el debate lo plantea el espectador y no tanto la película. No es que no nos guste. Simplemente, no sentimos el deseo de darle al botón del pulgar hacia arriba.
Leyuad. Un viaje al pozo de los versos
Gonzalo Moure, Brahim Chagaf, Inés G. Aparicio
El Victoria Eugenia acogió el estreno de un estimable proyecto forjado en la Escuela de Cine del Sahara, el primero de esta nacionalidad que compite internacionalmente. Leyuad es un viaje físico y espiritual al corazón de su cultura. En cierto modo, esta road movie anticlimática por la arena del desierto persigue la fascinación de todo ser humano por los orígenes secretos de los atavismos. Para los saharauis en el exilio, la reivindicación de esa identidad ancestral es cuestión de supervivencia. Los versos que inspiran al poeta Limam Boisha son la mejor prueba de ello. De hecho, cuando el celuloide abandona esta vocación poético-documental para internarse en su faceta cinematográfica, la cámara se hace visible y pierde muchos enteros. Con sus altibajos, Leyuad es un film enigmático, humilde, sin prisas, como esa noche frente a la hoguera en la que se intercambian cuentos de genios, narraciones tan inalterables como el desierto y las estrellas. El mensaje es político pero también de conocimiento. Si esas historias y su sabiduría se pierden, también lo harán quienes las escuchan.
Diez años y divorciada
Khadija Al-Salami
A la directora de esta película la casaron con once años. Es la infancia robada que viven muchas niñas en Yemen. También le ocurrió a Nujood Ali, cuya apasionante historia dramatiza Diez años y divorciada, sobre el libro de la periodista Delphine Minou. Vaya por delante que la denuncia de esta ficción debería primar sobre cualquier crítica cinematográfica. Eso no quita para que se le puedan poner bastantes pegas. La mirada de Al-Salami al valor de su heroína es sorprendentemente pulcra, luminosa y colorida, como la pintura de sus impresionantes paisajes naturales, pero los personajes son demasiado planos y el argumento de trazo gordo. Sorprende este tratamiento tan amable cuando el largometraje ha sido rodado con grandes dificultades en el propio Yemen. Esta tosquedad puede explicarse quizá porque, a diferencia de otras producciones similares, está pensado para ser visto en su país de origen. Aunque eso le honra, a nuestros ojos sus licencias chirrían. O tal vez no. Visto el premio del público, también puede tocar la fibra de espectadores ávidos de indignarse en la butaca.
The Crossing
George Kurian
La crisis de los refugiados debía estar presente en la programación del Festival. The Crossing arranca con una escena sorprendentemente optimista. Ese grupo de amigos celebrando una cena de despedida antes de partir choca con nuestra visión preestablecida del refugiado. Así, el director deja que sean ellos mismos quienes cuenten su huida por mar con sus videocámaras, como si fuera el vídeo casero de unas vacaciones. Es la fotografía de la clase media que conforma el grueso de los desplazados por la guerra siria, con los que pocas veces nos sentimos identificados. La llegada a una Europa gris, fría e indiferente cambia por completo el enfoque del exilio. El acercamiento ajeno es doloroso e introspectivo cuando Nabil, Angela o Aifa se congelan en un nuevo comienzo. Además de mostrarnos la realidad de los asilados, el trabajo de George Kurian evidencia que la tranquilidad de una existencia lejos de las bombas no solo se consigue cruzando fronteras. De alguna manera, ese crucero de los protagonistas por los mares de la incertidumbre parece no terminar nunca.
Gente dei bagni
Stefania Bona, Francesca Scalisi
Nos miramos en el espejo, ponemos caras, metemos tripa… Hay pocos momentos de la vida privada tan íntimos como los de la higiene personal, aunque sean compartidos. Lo saben bien las directoras de este documental que busca capturar el particular microcosmos de los últimos baños públicos de Turín, reflejo de una Italia en miniatura. La inagotable colección de personajes que van desfilando por la pantalla parece habitar permanentemente esas duchas, como en un ecosistema autónomo y detenido en el tiempo. La cámara no se permite abandonar el interior del edificio como no sea para mostrarnos la fachada o perseguir a alguno de sus clientes. No obstante, esta mirada no se queda en la pobreza sobrevenida que afecta a casi una cuarta parte de los habitantes del país mediterráneo. Con Gente dei bagni, Stefania Bona y Francesca Scalisi rubrican un documental hermoso y atípico, entre el naturalismo y la entrañable poesía de la vida. Su respetuosa exposición de la intimidad devuelve la dignidad a todos y cada uno de los rostros que se miran en el espejo.
Telas en las ramas
Juanmi Gutiérrez
El incansable Juanmi Gutiérrez define sus documentales de cine pobre, trabajos modestos pero construidos con gran interés y una estructura pormenorizada. En esta ocasión, se ha centrado en el genocidio y la diáspora armenios, fenómenos que analiza desde muy diversos puntos de vista -históricos, políticos, culturales, religiosos, musicales, lingüísticos…-, encontrando numerosas similitudes con el mundo vasco. El factor humano se sobrepone siempre a la abundancia de datos. Lo vemos cuando la hija de uno de los supervivientes de las masacres otomanas reconstruye las vivencias de su padre sobre unas fotografías antiguas. Aunque este pasado está muy presente, el documental no renuncia a mirar al futuro dando voz a una comunidad tan nostálgica como escéptica ante un proyecto de país incierto, una dispersión que también pasa factura al documental en su tramo final. Mucho más clara que algunas ficciones rodadas con ocasión del centenario del Mec Yelern, Oihalak adarretan consigue elaborar un completísimo fresco de Armenia en hora y media.
Among the Believers
Mohammed Naqvi, Hemal Trivedi
Uno de los grandes desafíos del documental consiste en meter la narices donde nadie lo hace. Este se introduce nada menos que en el corazón del fundamentalismo religioso de Pakistán. Y lo que encuentra es estremecedor. Su enfoque es tan imparcial como pretende serlo el sermón de ese líder religioso de mirada fría, conciliadora e inteligente, cualidades en absoluto reñidas con el fanatismo. El lavado de cerebro que los defensores del Islam radical aplican a sus alumnos en las madrasas queda patente desde la primera escena, con la transformación de ese niño en un éxtasis que va de lo religioso a lo político. Aunque pueda parecer otra cosa, la lucha ideológica que muestra Among the Believers es eminentemente civil, con la particularidad de que aquí la religión se nutre de la pobreza circundante. Toda esta impunidad queda registrada por las cámaras sin el menor rubor, entrevistas de televisión en prime-time incluidas. Los directores son mucho más sutiles. En el fondo, sabemos que nadie puede sobrevir a esa máxima en la que cualquiera que dispare primero es el enemigo.
Una historia de locos
Robert Guédigian
Robert Guédigian viene siendo un habitual del Festival en los últimos años y su nueva película no podía faltar a la cita. Una historia de locos nos lleva a la Marsella de los ochenta para contarnos el drama de un matrimonio con un hijo atraído por la lucha armada. Inspirada libremente en un libro autobiográfico del periodista José Antonio Gurriarán pero también en el espíritu de films anteriores como El viaje a Armenia o El ejercito del crimen, esta narración en dos frentes escarba en el precio de los ideales revolucionarios, la venganza y el perdón de las víctimas. El director sabe ceder el protagonismo a las interpretaciones de -como no- Ariane Ascaride, Simon Abkarian y unos algo menos brillantes Syrus Shahidi y Grégoire Leprince-Ringuet. Aunque funcione, el resultado es una ficción metódica pero sin garra en la que la poesía social del autor apenas está presente. El curioso prólogo histórico en blanco y negro que abre la película da paso a un desarrollo previsible que se va apagando sin saber muy bien por qué. A veces, los hechos reales son mucho más interesantes.
PALMARÉS XIV FESTIVAL DE CINE Y DERECHOS HUMANOS
– Premio del público al mejor largometraje: Diez años y divorciada
– Premio Amnistía Internacional al mejor largometraje: Among the Believers
– Premio del Jurado Joven al mejor cortometraje: Para Sonia
TOP XIV FESTIVAL DE CINE Y DERECHOS HUMANOS
1.- El extranjero loco
2.- La France est notre patrie
3.- Gente dei bagni
4.- Mediterranea
5.- Mallory
POR FERNANDO IRADER