El renacido: Sangre en la nieve.
País: Estados Unidos
Director: Alejandro González Iñárritu
Guión: Mark L. Smith, Alejandro González Iñárritu (Novela: Michael Punke)
Fotografía: Emmanuel Lubezki
Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Tom Hardy, Domhnall Gleeson, Will Poulter, Forrest Goodluck
La palabra «virguería» viene a significar maestría y esfuerzo pero también abuso de adornos superfluos. Ambas acepciones, más complementarias que contradictorias, podrían describir el último trabajo de Alejandro González Iñárritu, plantado sobre la historia real de un cazador de pieles abandonado a su suerte en un entorno implacable. El renacido convierte este relato de supervivencia en un film grandilocuente, oscuro, hermoso, cruento, poético y visceral, como un western desprovisto de toda épica, sin los propósitos elevados de los héroes en busca de venganza. Ese juego indisoluble entre belleza y violencia da como fruto algunas de las escenas más impactantes vistas en pantalla en los últimos años. El plano secuencia inicial es toda una declaración de intenciones. Aceptados los excesos de su carnicería visual y sus subrayados, solo cabe rendirse a la contemplación de un gigantesco cuadro que habla por sí solo.
–
La incuestionable entrega física de Leonardo DiCaprio solo está a la altura de las proezas técnicas del rodaje. Especialmente, la fotografía de Emmanuel Lubezki, que captura como nadie la fría luz natural de los paisajes nevados. No es casualidad que su labor saque a relucir los nombres de Terrence Malick, Kurosawa, Tarkovski e incluso David Lean, cineastas que también cedieron la épica de sus historias al estudio del ser humano. John Ford tendría algo que decir de estos nuevos centauros del desierto, la barbarie racial como eco de un mundo en el que el cazador es un animal más de la cadena alimentaria. Iñárritu escoge una vía mucho más directa, la de las entrañas abiertas, para dar sentido a esa brutalidad. Su viaje por tierras feroces enfrenta al hombre con el paisaje de su propia naturaleza. Una vez más, el mexicano viene a reivindicarse como un verdadero outsider, recordando a Hollywood que una vez estuvo cerca de captar la esencia de una América tan salvaje como su cine.
–
–