Crónicas Zinemaldi 2015
Ya está aquí la 63ª edición del Festival de Cine de San Sebastián, del que nos declaramos fanáticos. Son nueve días tratando de abarcar el mayor número de películas posible, sin desmerecer la importancia de ese otro Zinemaldi que también se vive en la calle. El objetivo de estas crónicas, trasladaros todo lo que vean nuestros ojos en las pantallas del Kursaal, el Victoria Eugenia, los Príncipe, el Trueba y el Teatro Principal. Lo que sigue son opiniones personales. Si no os gustan, esperamos vuestras réplicas.
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FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2015
DIA 1. 18 DE SEPTIEMBRE
Estrenamos este Zinemaldi con lo nuevo de Alejandro Amenábar, una película sobre el trasfondo de la supuesta aparición de sectas satánicas en la década de los noventa. La investigación criminal de Regression tiene mucho de thriller y terror pero sus mimbres son también los del cine negro, en su acepción más clásica. No es de extrañar siendo obra de un cineasta que siempre ha destacado por llevar a su terreno los géneros que le gustan. Ahí están el detective solitario y la mujer fatal que encarnan Ethan Hawke y Emma Watson, sumergidos en la ambigüedad de una atmósfera tenebrosa que parece remitir incluso a la psicología del miedo de Tesis. Es una pena que el desarrollo de Regression sea tan irregular, sin un ritmo que distribuya el suspense más allá de su envoltorio. Era de esperar que este estreno levantase suspicacias teniendo en cuenta que su director lleva mucho tiempo parado. Sin duda, una obra menor en la filmografía de Amenábar pero no un telefilm, como se escuchaba decir a algunos espectadores inmisericordes a la salida del Kursaal. Digna, aunque le pese el apellido.
Nos vamos hasta Nuevos Directores con Pikadero, tragicómico retrato de una vida que no avanza. Los lugares comunes de esta película son los de esa juventud a la que se le está pasando el arroz, incapaz de abandonar la casa de sus padres, resignada al conformismo de la precariedad laboral antes que enfrentarse a un futuro incierto, esperando un tren que nunca llega… El debut de Ben Sharrock capta muy bien la repercusión de la crisis económica en esas expectativas de vida, hasta el punto de que la cosa tiene bastante más de drama que de comedia. Se puede reconocer a toda una generación en la historia de amor sin consumar de ese Joseba Usabiaga que no sabe qué hacer con la guapísima Bárbara Goenaga. Aunque esté dirigida por un escocés, esta realidad extrapolable adquiere un significado particular en euskera. Vamos, que aquí no se folla porque somos unos paraos. Un film pequeño pero muy bien planteado. Seguro que no soy el único que ha pensado en un Wes Anderson deprimido con su sucesión de planos fijos.
La primera Perla de esta edición era The Assassin, premiada en el Festival de Cannes. Si alguno esperaba ver en esta historia ambientada en la China de la dinastía Tang algo parecido a Tigre y dragón o La casa de las dagas voladoras, que se olvide. Para disfrutar de este wuxia deconstruído hay que abstraerse por completo del argumento, algo francamente difícil cuando la propia película nos sitúa de entrada en un contexto histórico. The Assassin es como un cuadro con espacios en blanco, un relato en el que los personajes son meros objetos del paisaje, gotas de pintura que la cámara observa desde la distancia. En cierto modo, es también un film mutilado en aras de la belleza cinematográfica. No se puede negar la poesía de sus imágenes, la contemplación de la naturaleza que fluye entre montañas o esa conversación palaciega vista a través de cortinajes, pero Hou Hsiao-Hsien se dirige a espectadores demasiado selectos llevando al extremo la máxima de la forma sobre el fondo. Sospechamos que el jurado de Cannes alabó la valentía del director con un sonoro «olé tus huevos toreros». Aquí la frase más repetida ha sido: No he entendido nada.
Volvemos a la Sección Oficial con Truman, el primer largometraje a concurso. Cesc Gay no podía ser más honesto a la hora de tocar un tema tan delicado como la despedida de dos amigos ante un cáncer terminal. Su película se sostiene sobre dos pilares básicos. De una parte, las tremendas interpretaciones de Ricardo Darín y Javier Cámara, candidatos instantáneos a una Concha de Plata compartida. Son pura complicidad, en cada diálogo, cada silencio y cada mirada. En segundo plano pero no menos importante está la labor silenciosa del director, encauzando la emoción desbordante de ese último encuentro sin exagerar lo que cuenta ni ceder al truco de la lágrima fácil. El humor del cinismo ante la muerte no impide que Truman sea un hermoso canto al valor de la amistad y su legado. En la rueda de prensa Darín no ha podido evitar emocionarse recordando al perro del rodaje, una anécdota que dice mucho de su cercanía y calidad humana. Es algo que esta película trasmite a cada instante. Los aplausos en la sala han sido unánimes. Pura clase.
Como de costumbre, las retrospectivas pintan increíbles, así que decidimos terminar el día con The Kirishima Thing, del nuevo cine independiente japonés. El largometraje de Daihachi Yoshida es uno de tantos que no han llegado ni llegarán a España, a pesar de haber obtenido varios premios en su país de origen. Definida en el programa como una versión de Rashomon en clave high school, esta película cuenta las repercusiones de la desaparición de un destacado estudiante en el día a día de un instituto japonés. Alumnos populares y frikis de los zombis de Romero cruzan sus caminos en este pequeño universo construido a través de varios puntos de vista interconectados y repetidos en el tiempo, un puzle de relaciones humanas y estructuras narrativas tan bien montado que consigue engancharnos a una historia aparentemente intrascendente. Es una pena que estos ciclos temáticos no se prolonguen más allá del Festival, porque la oportunidad de ver estas películas inéditas en pantalla grande es impagable. No será nuestra última visita a la cinematografía del país del sol naciente.
Lo mejor del día: Que un escocés decida hacer un «En Euskadi no se folla ni aunque Barbara Goenaga quiera» y lo presente aquí.
Lo peor del día: Confirmar que no estamos capacitados para reconocer a dos chinos, aunque uno fuera rubio y el otro moreno.
Puntuaciones
@Fer_Iradier |
@javivoland |
|
Regression | 6 |
6 |
Pikadero |
6 |
4 |
The Assassin |
5 |
3 |
Truman |
7 |
7 |
The Kirishima Thing |
7 |
6 |
FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2015
DIA 2. 19 DE SEPTIEMBRE
Da gusto empezar el día con una película como Le Nouveau, encantadora comedia francesa en torno a los problemas de la adolescencia. El director Rudi Rosenberg utiliza la llegada de un nuevo alumno al instituto para tocar algunos de los grandes temas de este periodo, la integración en el grupo, los primeros amores o las relaciones de amistad. Lo hace desde un punto de vista en absoluto epidérmico pero con muchísimo sentido del humor, complicidad y cariño por los personajes protagonistas. Sus jóvenes intérpretes son tan naturales que en más de un momento uno se pregunta hasta qué punto están actuando. No era fácil conseguir que los espectadores se enamorasen de esa cuadrilla de marginados aceptando la realidad que los rodea. Tampoco hacernos partícipes de sus aventuras sin caer en la vulgaridad. Le Nouveau es una pequeña joya sobre el carisma de los perdedores y un film dedicado a todos aquellos que nunca fuímos los guays de la clase. Sería un gran error tomarse a la ligera su aparente trivialidad. Un excelente descubrimiento para Nuevos Directores.
Es el turno de Terence Davies, de vuelta en la Sección Oficial con Sunset Song. En esta adaptación de una novela ambientada en la Escocia rural de principios de siglo el británico juega a las recreaciones pictóricas, prosa de la imagen sobre el lienzo del pasado. Su bellísima y clásica puesta en escena entra por los ojos. Desconcierta, eso sí, que este soberbio drama de época se frustre tratando de abarcar demasiadas cosas a medida que termina, del empoderamiento de una mujer hecha a sí misma al alegato antibelicista. Es más, cuando la cámara abandona la presencia de esa estupenda Agyness Deyn, amagando varias veces con cerrar su historia, el espectador impaciente desconecta. Detrás de este desenlace atolondrado se intuye una novela demasiado amplia para condensarla en una sola película, aún dejando de lado los otros dos libros que completan la trilogía de Lewis Grassic Gibbon. Es un final agridulce para un film notable. Sunset Song queda lejos de la pasión teatral de The Deep Blue. Habrá que ver si también se va de vacío.
Teníamos muy en cuenta la presencia a concurso de Lucile Hadzihalilovic, sorprendente para una directora que llevaba sin rodar un largometraje desde hacía más de una década. Evolution continúa la senda marcada por Innocence, una isla perdida en la que un grupo de niños permanece cautivo de unas siniestras madres postizas. Hadzihalilovic construye un mundo críptico, opresivo, malsano e hipnótico que da pie a múltiples lecturas. Las asociaciones que sugiere la belleza oscura de esta película en nuestra cabeza son inabarcables, por citar algunas, el terror de Lovecraft que repta desde las profundidades marinas, la reinvención perversa del mito de las sirenas o una disección de la biología que separa al monstruo del humano. Se hablará mucho de Cronenberg pero yo encuentro un referente mucho más reciente en las viscosidades y la desnudez de Under the Skin. Estas referencias dejan claro que Evolution no es para todo el mundo. Más de uno se ha echado las manos a la cabeza durante la proyección. Otros seguimos fascinados. Aunque todavía sea pronto para hablar del palmarés, ya está entre nuestras favoritas.
Expectación en los alrededores del Teatro Principal antes del pase de Mi gran noche. El sello de autor de Álex de la Iglesia siempre ha sido el exceso. No nos sorprende que su nueva película sea un desmadre absoluto pero sí que el bilbaíno pise el acelerador desde el primer minuto, persiguiendo una experiencia frenética y desquiciada sin tregua. Como era de esperar, todas las estrellas invitadas al rodaje están estupendas, aunque no pasen de ser meros figurantes al servicio del humor malintencionado. Sí, también Raphael. El resultado es una sátira total en la mejor tradición del absurdo español, un film que lanza dardos envenenados contra el cartón-piedra de los escenarios, los cantantes prefabricados o la caspa de los putones televisivos. Aquí no se libra ni el apuntador. Aunque detrás de tanta pirotecnia desatada echemos en falta algo más de consistencia y no todas las tramas funcionen igual de bien, esta locura es divertidísima. Un Álex de la Iglesia completamente pasado de rosca. No hay término medio. Se ama o se odia.
Para cerrar la jornada pasamos a saludar por la cuarta edición del Pintxo Zinemaldia, concurrido evento social organizado por algunos de los ilustres miembros del Flipesci, el único jurado que, cuando falla, acierta. Vamos justos de tiempo para llegar a King Kong, así que los dejamos con sus cervezas, reencuentros y conversaciones de Twitter. Si había que encajar una sola película de la retrospectiva clásica dedicada a los cineastas Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, era esta. La calidad de la copia que proyectan en los Príncipe no es para tirar cohetes pero da igual. La imagen de Fay Wray en las garras del rey mono es mucho más que un icono; forma parte de una obra maestra por derecho propio. Me da por pensar en la artesanía de ese stop-motion que se adelanta casi quince años a los primeros éxitos de Ray Harryhausen o en el remake de Peter Jackson, mucho más fiel al original de lo que recordaba. Celuloide por el que no pasan los años en pantalla grande. Maravilloso.
Lo mejor del día: No se le puede pedir mucho más a este día. Muy completo en todo.
Lo peor del día: Escuchar reiterativamente en intervalos de dos horas la conexión Under the Skin, la versión extendida, y Evolution.
Puntuaciones
@Fer_Iradier |
@javivoland |
|
Le Nouveau |
7 |
8 |
Sunset Song |
7 |
7 |
Evolution |
8 |
7 |
Mi gran noche |
6 |
6 |
King Kong |
9 |
9 |
FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2015
DIA 3. 20 DE SEPTIEMBRE
Nos hemos levantado frescos para ver el nuevo trabajo de los hermanos Larrieu, 21 nuits avec Pattie. La protagonista de esta película viaja hasta un pequeño pueblo de montaña para recoger el cadáver de su madre, recién fallecida. Cuando el cuerpo desaparece misteriosamente, Caroline se incorpora a la vida de una comunidad rural extravagante a ojos de una parisina. Esta historia utiliza dos tonos muy diferentes para abordar una misma temática, de la comedia francesa al existencialismo teñido de magia. Arnaud y Jean-Marie construyen así un extraño cuento acerca del deseo, la libertad personal y las relaciones con nuestros fantasmas interiores. Funciona mejor cuando recurre a la comicidad de los actores que sumergido en visiones oníricas, pero tampoco hay que desmerecer las virtudes de un guión capaz de encajar conversaciones guarras con necrofilia sin resultar grosero. No tengo claro si los directores quieren trascender o se la toman a broma. Parece haber generado un cierto desinterés entre los espectadores pero a mí su extravagancia me resulta curiosa.
Vamos con un maestro. Hirokazu Kore-eda no podía faltar a su cita con el Zinemaldi. Sus incondicionales tampoco pensábamos perdernos Our Little Sister, que suena bastante más poética en el original Umimachi Diary, algo así como Diario de la ciudad a orillas del mar. El japonés vuelve a darle vueltas a las relaciones familiares a cuenta de tres hermanas que deciden acoger a una más en casa tras la muerte de su padre. Como de costumbre, la grandeza de esta película reside precisamente en la delicadeza con la que el director captura los pequeños instantes cotidianos, desgranando los ecos y emociones de un pasado que nunca se muestra en pantalla, ese paso del tiempo que cae como los pétalos del cerezo. Perfectas también las actrices en su entrañable y compleja naturalidad. Si a Kore-eda se lo ha venido relacionando continuamente con el cine de Ozu, no andan desencaminados los que mencionan ahora a Las hermanas Makioka, de Kon Ichikawa. Una nueva joya que sumar a una filmografía que destila lo trascendente y hermoso de la vida.
Muchas ganas le teníamos también a la Perla de Anomalisa, Gran Premio del Jurado en Venecia. El arte lo pone el animador Duke Johnson y el guión Charlie Kaufman, autor de genialidades como Adaptation, ¡Olvídate de mí! o Cómo ser John Malkovich. Un exitoso gurú de la atención al cliente hastiado de la vida encuentra una voz diferente en un hotel durante un viaje de trabajo. Esta sencilla premisa construye ante nuestros ojos una demoledora fábula sobre la imposibilidad de entender el amor como algo único y perdurable. Nada es casual en las elecciones formales de los directores, el magistral uso del stop-motion, la cacofonía de voces monocordes o esos rostros de arcilla a punto de desmoronarse. Los toques de humor y destellos de ternura no camuflan la profunda tristeza de este romance efímero. Que se le puedan sacar tantas lecturas clarividentes a esta construcción artesanal dice mucho de la capacidad creativa de Kaufman, convenciéndonos de que cada visionado tiene que aportar algo nuevo. Anomalisa trasciende las barreras del cine de animación. Es una obra maestra acerca de la terrible e incongruente vida íntima del corazón.
Un año más, el cine vasco compite por la Concha de Oro. Poco o nada tiene que ver Amama con Loreak más allá de su procedencia e indiscutible calidad cinematográfica. La película de Asier Altuna es un poema sobre la dicotomía entre lo rural y lo urbano, un mundo que desaparece ante otro que parece condenado a olvidar sus orígenes. Es precisamente el arte el nexo de unión que conecta ambos mundos y reconcilia la ruptura familiar de ese caserío dividido. Nuestro pasado heredado pervive en la piedra, el hierro y la tierra de la que se alimentan esos árboles pintados con los colores del destino. Visualmente potentísima, es posible que su lectura resulte demasiado evidente o impostada para algunos espectadores, pero no se puede decir que esté donde está por cumplir una cuota local, como vaticinaban algunas voces malpensantes. Aunque no sea su intención, Amama siembra en mi cabeza el incómodo debate del arte vasco y su relación con las raíces, como respuesta a la voz de Oteiza que resuena en muchos de sus planos. De momento, la película de Sección Oficial que más reflexiones ha generando en nuestro grupo. Bien por ella.
La última del día en nuestros planes era el Sicario de Denis Villeneuve. Desgraciadamente, la sala del Príncipe estaba abarrotada y no quedaban invitaciones. No todo son ventajas para los acreditados. Le damos el cambiazo por Dr. Cyclops, de la retrospectiva clásica. Aquí Ernest B. Schoedsack se adelanta casi dos décadas a El increíble hombre menguante. Deliciosa Serie B en Technicolor a medio camino entre la ciencia-ficción naif y el cine de aventuras, con unos héroes miniaturizados por un doctor maligno en un laboratorio de la selva amazónica. No ha resistido tan bien el paso de los años como King Kong pero sus efectos especiales y decorados artesanales siguen sorprendiendo. La verdad sea dicha, se agradece no terminar demasiado tarde. Uno de los efectos secundarios del Zinemaldi es que resulta difícil conciliar el sueño con tantas imágenes en la cabeza. Qué dura es la vida del cinéfilo compulsivo…
Lo mejor del día: Michael Stone y su soledad.
Lo peor del día: La «deliranza» que hay al final de 21 nuits avec Pattie, un claro homenaje a Tim Burton y a Michael Jackson.
Puntuaciones
@Fer_Iradier |
@javivoland |
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21 nuits avec Pattie |
6 |
4 |
Umimachi Diary / Our Little Sister |
8 |
7 |
Anomalisa |
8 |
9 |
Amama |
6 |
6 |
Dr. Cyclops |
6 |
7 |
FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2015
DIA 4. 21 DE SEPTIEMBRE
No pasa un día sin que tengamos gente delante en la cola, por mucho que madruguemos. Menos mal que los incondicionales de las primeras filas no solemos tener problemas de espalda, aunque el Victoria Eugenia tenga peligro. Nuestra jornada comienza con Eva no duerme, un film que reconstruye el mito de Eva Perón desde las periferias de su cadáver. El argentino Pablo Agüero se acerca a la figura de Evita como el que contempla una obra de arte en la vitrina de un museo, haciendo uso de una puesta en escena teatral, claustrofóbica y solemnemente pomposa. Buscado o no, el resultado es un trabajo tan embalsamado como su sujeto de estudio, una película que dialoga con el cuerpo de la divinidad profanada y otros temas propios del arte y ensayo. No todos sus episodios funcionan igual de bien, sobre todo cuando se recrea demasiado en su cinematografía de planos secuencia, monólogos interiores y claroscuros. Interesante en lo formal y la ambigüedad de sus lecturas, siempre en los límites del vacío. Lo dice el personaje del dictador Pedro Aramburu durante su cautiverio: No son ideas. Son técnicas.
Me separo de mis compañeros de butaca para ver The Boy and the Beast en el Trueba. Mucho se está hablando del atrevimiento del Zinemaldi a la hora de programar una Sección Oficial diferente. No puedo más que aplaudir la inclusión de una película de animación juvenil a concurso, desafiando esos absurdos criterios de selección que parecen renegar de algunos géneros como impropios de los grandes festivales. Es decir, poniendo lindes a algo tan libre como el cine. Dicho esto, Mamoru Hosoda convence a propios y extraños con su viaje al país de las bestias, una aventura de aprendizaje entre dos mundos con el trasfondo de las relaciones entre padres e hijos. Su película tiñe de humanismo la fantasía más pura, reivindicando la existencia de un anime con alma. No llega al nivel de profundidad de Wolf Children ni lo pretende pero la cuestión es que sus dos horas se pasan como una exhalación de imaginación, diversión, emoción y virtuosismo animado. Hosoda se corona sin duda como el cineasta más importante de su generación, ahora que los viejos maestros han dejado vía libre a los que vienen detrás. Eso sí, con un legado difícil de superar.
Toca reincorporarse al Principal con High-Rise. ¡Hay que ver cómo noquea Ben Wheatley de entrada! Tan potente y retorcida es la primera media hora de su película, tan desquiciado su retrato de una comunidad que ha desterrado los prejuicios de las clases sociales para abrazar las bajas pasiones, que su brutal imaginario colectivo termina repitiéndose. Poco le importan los personajes o sus motivaciones. Tampoco quién muere o sobrevive a esta distopía caníbal. El británico quiere arrasar hasta los cimientos ese rascacielos condenado al derrumbe, aunque en el camino tenga que abandonar las lecturas sociológicas y políticas que se le presumen a la novela de J.G. Ballard. De hecho, más que a Kubrick, High-Rise me trae a la cabeza la adaptación de El almuerzo desnudo de Cronenberg. En cualquier caso, un trabajo de dirección impactante para una película tan excesiva e intratable como valiente. En cierto modo, su profecía llega tarde. Tras el capitalismo acecha la anarquía pero el futuro ya está escrito.
Y más animación para despedir el día. Escondida en Zabaltegi encontramos la presencia de The Magic Mountain, una película sobre la vida del artista polaco Adam Jacek Winkler, refugiado político, escalador, fotógrafo y militante armado contra el comunismo en Afganistán. La directora Anca Damian reconstruye su historia mediante innumerables técnicas artesanales, collage, dibujo sobre óleo, stop-motion o carboncillo, los trazos de un pincel cambiante que estalla en una noche de caballos y estrellas. Una verdadera delicatessen animada, por la belleza de su apartado artístico y la abrumadora dureza de la biografía que toca, reutilizando incluso los archivos personales del protagonista. Es precisamente lo ajeno al dibujo, la reproducción sonora de las conversaciones entre Winkler y su hija, lo que termina cuestionando la naturaleza de ese activismo de las causas perdidas que raya la locura. Estupendo final para una jornada muy intensa. No deja de ser paradójico que después de haber visto (solamente) cuatro películas me sienta vacío.
Lo mejor del día: Las fiestas locas de High-Rise. ¿Quién no ha querido ir a este tipo de fiestas al menos una vez en la vida?
Lo peor del día: La necrofilia de postín de Eva no Duerme.
Puntuaciones
@Fer_Iradier |
@javivoland |
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Eva no duerme |
5 |
6 |
The Boy and the Beast |
7 |
7 |
High-Rise |
5 |
8 |
The Magic Mountain |
7 |
6 |
FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2015
DIA 5. 22 DE SEPTIEMBRE
Hoy me surge la oportunidad de meter algo de Horizontes Latinos en la apretada agenda del día, una sección que este año se presenta especialmente potente. La escogida es Ixcanul, del guatemalteco Jayro Bustamante, que salió de la Berlinale con un Premio Alfred Bauer bajo el brazo. María tiene diecisiete años y está destinada a casarse con el terrateniente de la plantación cafetera en la que malvive su familia, aunque sueñe con un futuro distinto. Puede parecer otra película más sobre la miseria pero el director enfoca esta historia desde el respeto por el drama de sus personajes, adoptando la mentalidad y cultura propias de los actores no profesionales del film. La denuncia social de esa etnia maya marginada a pesar de integrar una gran parte de la población del país no se supedita nunca a la relación de la imagen con el entorno mágico de la tierra, los símbolos de la serpiente, la luna o el volcán de la vida que se abre paso en un mundo olvidado. Su modestia y honestidad hacen de ella un pequeño triunfo.
Nos lo hemos pasado muy bien con El apóstata, una película que podríamos meter en el saco de eso que se ha venido a denominar post-humor. Algo tendría que decir al respecto Javier Rebollo, referencia ineludible del uruguayo Fernando Veiroj. El apóstata es una comedia que utiliza la ironía para hablarnos de la apatía de la vida, recurriendo sin complejos a la grandilocuencia del absurdo. No es difícil reconocer nuestro presente en la figura de ese joven no tan joven de ademanes infantiles, en sus ideas que van a morir al mar de la insensatez o sus dificultades para poner punto final a unas creencias religiosas a modo de válvula de escape. Probablemente no todo el mundo sea capaz de conectar con el espíritu libre de esta propuesta. No hay ningún tipo de pretensión en el vacío de su reflexión, más allá de la propia sustancia que lo alimenta. De hecho, si nos ponemos cabroncetes podríamos sustituir perfectamente a ese eterno estudiante de filosofía por un cineasta en paro.
Nos había llamado la atención una película de Zabaltegi que rescataba del olvido las expediciones del cineasta Manuel Hernández Sanjuán a la Guinea Ecuatorial de los años cuarenta. Un día vi 10.000 elefantes se vende como un documental de animación ficcionado pero esta ambiciosa fusión de géneros no funciona. Tampoco sus ramificaciones temáticas, a medio camino entre la crítica al colonialismo, la fascinación del explorador y las leyendas de una mitología africana incomprensible para el hombre blanco. Los debutantes Alex Guimerà y Juan Pajares abarcan demasiado. El resultado es un popurrí de ideas y formatos muy desdibujado que al principio chirría para terminar estancándose y aburriendo. Da la impresión de que no había suficientes materiales de archivo y hayan tenido que rellenar esta historia como sea, con el testimonio del porteador o la música. La inclusión del rap de El Chojin ya es de traca. Es una pena porque detrás del proyecto se intuye mucha artesanía e ilusión.
No teníamos pensado continuar la tarde con otro documental sobre elefantes pero, a falta de invitaciones, la retrospectiva clásica es una apuesta segura. En Chang: A Drama of the Wilderness, Cooper y Schoedsack sacan a relucir su lado más aventurero, viajando hasta Tailandia para retratar la vida de una humilde familia de campesinos en batalla perpetua con las bestias de la jungla. Prima el entretenimiento sobre la pedagogía pero no hay trampa -más allá de la magia del montaje- en esas escenas de riesgo por las que desfilan tigres, leopardos, paquidermos en estampida y, como no, un simpático mono de compañía. No pasó desapercibida esta proeza para la Academia, que la nominó en la desaparecida categoría de Mejor película por calidad artística en 1929. Aquí no aparece una etiqueta diciendo que ningún animal fue maltratado en el transcurso del rodaje. Casi todos murieron ante la cámara.
No seré yo el que lance la primera piedra contra El rey de La Habana, a pesar del mar de caras largas que había tras su pase de prensa. Es difícil entrar a valorar la adaptación que Agustí Villaronga ha hecho de la novela de Pedro Juan Gutiérrez, pero no cabe duda de que hay en las dos un mismo tono, una manera atípica de aproximarse a la cara sórdida de la Cuba de los noventa a través de sus tópicos; el ron, la picaresca, el machismo, los habanos, el sexo sin barreras y la supervivencia a golpes de cadera. Villaronga viste toda esa miseria con la piel de un tebeo de Mortadelo y Filemón o una película de Mariano Ozores. El problema viene cuando trata de reflotar el drama, convirtiendo la cosa en una especie de Grand Guiñol de la amoralidad. Si la estructura se sostiene es gracias a las queridas del protagonista, tremendas Yordanka Ariosa y Héctor Media Valdés, caras opuestas de un amor que no puede prosperar en el estercolero. El rey de La Habana descoloca y en un panorama en el que las fórmulas cinematográficas se repiten eso es indudablemente bueno. Pingas, putas, travelos y el baile del perrito. Cuba: Ven y cuéntalo.
A diferencia de otros años, nos estamos entendiendo muy bien con las películas de Nuevos Directores. Sobre el papel, Drifters se presentaba como un drama social con sello nórdico. El primer largometraje de Peter Grönlund comienza con una mirada poco complaciente al mundo de la droga para transformarse poco a poco en un thriller congelado. El director concilia muy bien estos dos aspectos, la violencia sostenida que persigue a la protagonista y los pequeños destellos de humanidad que la redimen, esa difícil relación de amistad entre dos mujeres que tratan de escapar del mismo abismo. El reparto está espectacular pero se lleva la palma la interpretación estelar de la actriz Malin Levanon, demacrada y llena de matices. Acojona descubrir que la mayoría de actores que la acompañan no son profesionales, deduciendo que al casting debieron de presentarse los yonkis más chungos de toda Suecia. Es una de esas películas en las que no es fácil entrar pero una vez te atrapan te mantienen con el culo pegado a la butaca. Puede que hayamos visto cosas similares pero no en este Zinemaldi.
Aunque preferimos dejar los estrenos comerciales inmediatos para después del Festival en favor de películas menos localizables, resulta difícil resistirse a la llamada de Woody Allen. Irrational Man nos presenta a Joaquin Phoenix como un carismático profesor universitario que da salida a su frustración existencial del modo más inesperado. A través de un personaje típico de su cine, el neoyorquino plantea la existencia del crimen perfecto como un problema filosófico irresoluble. Su película bien podría ser una especie de versión alternativa de Match Point, también a la sombra de Dostoievski y la tragedia clásica. Se podrán escribir sesudas reflexiones al respecto pero no hay que hacerse pajas mentales para disfrutarla. Allen deja claro que detrás de tanto esnob intelectual no hay más que una caída al vacío y un suelo al final. No se puede separar la teoría de los actos propios de sus consecuencias. Solamente él sería capaz de presentar esta reflexión de un modo tan ligero. Podríamos haber roto nuestro récord de películas diarias pero la voz de la cordura nos aconseja que nos demos un respiro. Todavía queda mucho Festival por delante.
Lo mejor del día: La gran pinga de Reynaldo.
Lo peor del día: Se te pueden quitar las ganas de intentar la apostasía después de ver El apóstata.
Puntuaciones
@Fer_Iradier |
@javivoland |
|
El apóstata |
7 |
6 |
Un día vi 10.000 elefantes |
3 |
4 |
Chang: A Drama of the Wilderness | 7 |
7 |
El rey de La Habana |
5 |
4 |
Drifters |
7 |
6 |
Irrational Man |
7 |
8 |
FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2015
DIA 6. 23 DE SEPTIEMBRE
Estamos a miércoles y se nota que la afluencia de espectadores y medios ha disminuido. No son pocos los que visitan San Sebastián durante el primer fin de semana, conscientes de que los platos fuertes suelen programarse esos días. Hoy tenemos en el menú tres películas de Sección Oficial. La primera llega desde Georgia. Si decimos que en Moira aparece un joven recién salido de la cárcel, una familia rota y un presente desolador sobre el que pesa la implacable fatalidad del destino, no estamos soltando ningún spoiler. La tragedia se masca desde el primer momento. El director Levan Tutberidze imprime a este drama susurrado un innegable sello de autor, a base de tiempos muertos y miradas que lo dicen todo sin hablar, con la tristeza del que contempla un mar sin horizonte. El problema es que la fórmula de su película está ya muy trillada. Necesitaría la fuerza de un Zviáguintsev para no ser propia de Nuevos Directores. Como diría Boyero, la veo sin demasiado interés. No quita para que haya que seguir prestando atención a la incipiente cinematografía de estos países. A veces encontramos películas tan interesantes como Mandarinas, de Zaza Urushadze.
Volvemos a la cola del Victoria Eugenia para Mountains May Depart. Jia Zhangke había levantado opiniones encontradas con esta película. Es comprensible que algunos se sintiesen decepcionados tratando de encontrar en ella la sutileza de trabajos como Naturaleza muerta. Mucho más ambiciosa, Mountains May Depart está concebida como un tríptico sobre el pasado, presente y futuro de China, desde la entrada del capitalismo en el país a finales de los noventa hasta la hipótesis de un futuro cercano. La nostalgia del melodrama invade las vidas de los integrantes de este triángulo amoroso en el que nadie sale ganando. La sentimos en la elección de Tao entre sus dos pretendientes, el obrero del pasado enfrentado al nuevo rico y su coche pagado; pero también en el destino de esas generaciones venideras que han abandonado su tierra, sustituyendo sus raíces y hasta los nombres de sus antepasados por las siglas universales del dinero. La lectura de Jia Zhangke es certera hasta en lo profético. Aunque subraye esta metáfora con una canción de los Pet Shop Boys, su mirada sigue siendo igual de fascinante. Es un cronista de nuestros tiempos, habidos y por haber.
En la primera entrega de la trilogía Paraíso, Ulrich Seidl contaba la historia de una turista sexual perdida en las playas de Kenia. Parasol remite directamente a aquella película en su manera de retratar la soledad de unos personajes durante sus vacaciones. Así, el belga Valéry Rosier entrecruza en la temporada baja de Mallorca las tristes vidas de una anciana en busca de amor, un padre separado en busca del cariño de su hija y un adolescente en busca de cacho. El vacío existencial de estos relatos mínimos y amargos queda reforzado mediante el uso de planos fijos y encuadres que utilizan los elementos del paisaje como parte de la narración, por ejemplo, la metáfora de las líneas de una pista de tenis sin contrincante. Aunque las comparaciones sean odiosas y se note que las formas están muy trabajadas, cuesta no pensar en un Seidl descafeinado, especialmente cuando Rosier abandona el humor negro para volverse condescendiente. Se deja ver pero le vendría bien un poco más de balconing.
Los que no se hayan leído la sinopsis completa de Lejos del mar harían bien en saltarse este párrafo. Resumiendo, la película plantea un amor fou entre un etarra arrepentido y la hija de una de sus víctimas. Como lo oyen. Imanol Uribe es consciente de que maneja un material de riesgo y dilata todo lo que puede una película que parece desubicada en el tiempo y el espacio. Si sobre el papel la premisa suena inverosímil, cuando toca poner la carne en el asador se convierte directamente en una comedia involuntaria. Poco pueden hacer Elena Anaya y un Eduard Fernández disfrazado de vasco tratando de hacer frente a unas situaciones que rozan el ridículo. Las risas que se escuchaban en el Principal no eran incómodas. Lo comentábamos a la salida de la proyección, debatiendo si levantaría ampollas. Nadie va a tomársela en serio. A Uribe hay que reconocerle la valentía del que se tira de un avión sin paracaídas pero hay una distancia insalvable entre los temas que plantea y el espectador. ¿Dónde quedó aquél proyecto de Eloy de la Iglesia sobre una relación gay entre un terrorista y un guardia civil?
Sabíamos a lo que veníamos con Freeheld, la historia de una pareja de mujeres que se enfrentó a las conservadoras instituciones del Estado de Nueva Jersey para que su unión de hecho fuese reconocida. Peter Sollett firma un basado en hechos reales que no oculta su condición de producto reivindicativo de consumo rápido, al gusto del espectador americano. Lo más sorprendente es que no haya una especial química entre Julianne Moore y Ellen Page cuando la película debiera sustentarse en su historia de amor. De hecho, los mejores momentos del film corren a cargo de la vis cómica de Steve Carrel y Michael Shannon. Es un drama rodado con el piloto automático y los convencionalismos de un telefilm de alto presupuesto. Ni disgusta, ni emociona. La inclusión de las fotos reales de las protagonistas antes de los créditos suena más a disculpa que a recurso dramático. Eso sí, la ovación en el pase de prensa ha sido generalizada. Todo sea por una causa tan noble como la reciente legalización del matrimonio homosexual en Estados Unidos. Pregunto: ¿Si te gusta esta película te conviertes en una Señora del Príncipe? Es para un amigo.
Andamos escasos de cine nórdico este año pero Zabaltegi vuelve a salir a nuestro encuentro con The Here After, rescatada de la Quincena de los Realizadores de Cannes. La ópera prima del director sueco Magnus von Horn sigue el regreso a casa de un adolescente condenado por un crimen cuya naturaleza se nos va desvelando a cuentagotas. Esta película de fotografía glacial y tremenda violencia contenida plantea debates morales tan incómodos como los que tocaba Thomas Vinterberg en La Caza. Bien podría entrar a polemizar sobre la reinserción social, el peso de la culpa o la atracción del mal. En su lugar, deja que seamos nosotros los que enfrentemos en nuestra conciencia la situación de ese estudiante al que nadie quiere tener cerca con la idiosincrasia enmascarada de una sociedad idealizada, mucho más determinante si cabe en esa pequeña comunidad rural. Sus resonancias perturban y fascinan tanto como la interpretación del actor Ulrik Munther, estrella juvenil en su país. Buena sesión de noche para un día bastante irregular. Seguro que mañana remontamos.
Lo mejor del día: Imanol Uribe, por darnos la mejor comedia involuntaria del año.
Lo peor del día: Lejos del mar.
Puntuaciones
@Fer_Iradier |
@javivoland |
|
Moira |
5 |
6 |
Mountains May Depart |
7 |
6 |
Parasol |
6 |
4 |
Lejos del mar |
3 |
1 |
Freeheld |
5 |
5 |
The Here After |
7 |
7 |
FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2015
DIA 7. 24 DE SEPTIEMBRE
Anoche nos acostamos temprano pero el insomnio ha hecho de las suyas y se nota. Vamos con otras dos películas a concurso. No desentonaría en el palmarés Les Chevaliers Blancs, que reconstruye el sonado caso de una ONG francesa que operaba al margen de la legalidad en el Chad durante el conflicto de Darfur. La mirada del director Joachim Lafosse a estos hechos es distante, carente de toda épica más allá de la música, casi documental a fuerza de no cuestionar la misión de estos cruzados de la ayuda humanitaria. Aunque sea un excelente Vincent Lindon el que lleva la voz cantante, es precisamente el personaje de la periodista que lo observa todo a través de la equidistancia de su cámara la que llega a cuestionarse esa moralidad etnocéntrica de los países desarrollados. En esta película la línea que separa el altruismo del tráfico de menores se revela difusa, dejando tras de sí un juicio de valor imparcial pero terriblemente ambiguo. Lo que para algunos puede suponer un lastre es también su mejor seña de identidad. Cine para reflexionar sobre nuestras propias fisuras.
Menos conseguida nos parece Back to the North, que firma un viejo conocido del Festival como Liu Hao. El tono melancólico y contemplativo de este drama familiar chino sobre las consecuencias de la política del hijo único invade cada uno de sus bellos encuadres en blanco y negro. Sin embargo, no terminamos de entrar en la vida de ese matrimonio que permanece unido en un baile congelado en el tiempo a ojos de su hija. Que la película se extienda hasta el infinito mientras nos machaca una y otra vez con la misma canción tampoco ayuda. Si por un casual el exaltado del pase del Trueba me está leyendo, estamos de acuerdo en que es un ladrillo pero para expresarlo no hacía falta gritarle al cine de vanguardia como en La Semana de Terror. Tenemos un par de horas libres hasta la siguiente película que aprovechamos para recuperar fuerzas. En la recta final del Zinemaldi el cuerpo nos pide comer sentados, un lujo que no solemos permitirnos estos días en los que nuestra dieta se compone casi exclusivamente de pintxos de tortilla y cafés dobles. Para los no iniciados en la materia, las comidas copiosas tienen mucho peligro antes de la primera sesión de la tarde.
Hace falta estómago para enfrentarse a una película tan angustiosa y absorbente como Son of Saul. No es lo que cuenta, la deriva de un prisionero judío por la maquinaria del exterminio de Auschwitz; es cómo lo cuenta. La pantalla reducida a 4:3 y esa cámara pegada al protagonista tiene una función narrativa muy definida, la de encerrarnos en los márgenes borrosos de un horror sin fin, como fragmentos de una coreografía de las atrocidades fuera de plano. László Nemes demuestra dotes de maestro en este viaje en primera persona al corazón del holocausto. La única esperanza del que conduce su tren de la bruja está en el gesto íntimo de dar sepultura a un niño al que ha asignado el papel de hijo, una epopeya quijotesca con trasfondo de pesadilla. En más de una ocasión queremos bajarnos del vagón de su locura y no podemos. Pocas veces se había retratado el genocidio judío de un modo tan directo, sin la barrera del pudor y la distancia. Son of Saul se vive, se siente y sobre todo se sufre. Salir del cine es como escapar del Infierno pero sus ecos siguen resonando en nuestra cabeza.
Aunque su premisa sea sencilla, no resulta fácil hablar de Un dia perfecte per volar. Podríamos limitarnos a decir que son setenta minutos viendo a un niño pasear por el monte junto a Sergi López, haciendo volar una cometa o construyendo sobre la marcha un cuento interminable. Algo más de profundidad adquiere la cosa cuando el infante en cuestión es el hijo del director, invisible tras la cámara. La línea entre el cineasta y la ficción se desdibuja en este trabajo, especialmente cuando el crío no parece estar por la labor de continuar con el juego de la improvisación. De ahí se pueden extraer muchas lecturas, más allá de la tomadura de pelo. Retrato íntimo de la paternidad y las fantasías infantiles o inesperada historia de fantasmas, la película de Marc Recha está condenada a dividir al espectador entre cahieristas y haters. Yo trato de mantenerme en un punto intermedio, sin negar que tanto gigante mágico me aburre. Me quedo con la interpretación de Dricius, que ha visto en ella un homenaje encubierto a Mi vecino Totoro.
Seguimos en la Sección Oficial pero fuera de concurso. Se podría debatir largo y tendido sobre el por qué de No estamos solos en el Zinemaldi. La respuesta más coherente sería la que alude a la necesidad de que los festivales de cine se hagan eco de esa realidad que no sale en los telediarios. Aún estando de acuerdo, no es excusa suficiente para que el director Pere Joan Ventura nos cuele un documental tan disperso y superficial sobre los movimientos sociales en la España heredera del 15-M. Su trabajo llega tarde y prefiere dedicar más tiempo a la canción protesta que al verdadero fondo de la lucha feminista, el activismo cívico o las plataformas antideshaucio, aunque sea desde un punto de vista eminentemente sociológico. Es perfectamente lícito e incluso necesario que haya documentales militantes pero a este alegato en favor de la movilización ciudadana le falta fuerza y le sobran buenas intenciones. En el mejor de los casos, sirve para indignarse desde el sofá de casa.
Para terminar el día tenemos una cita con El Clan, crónica de una familia aparentemente normal que se dedicaba al secuestro y el asesinato en la Argentina que siguió a la dictadura. Algunos dirán que Pablo Trapero recurre a un estilo efectista, sin más pretensiones que las de impactar al espectador, pero no podrán negar que sabe dónde y cómo golpear. Su mirada fascinada al corazón del mal recuerda poderosamente a la de Scorsese y también se nota la influencia del americano en el uso de la música en momentos de violencia desatada, culminando la película con uno de los finales más contundentes que ha dado de sí el cine reciente. De nada serviría toda esta fuerza narrativa sin la apabullante interpretación de un Guillermo Francella que hiela la sangre. Aunque algunos solamente vean en ella un truco fácil, su mirada expresa también lo inefable de un destino trágico, los lazos familiares de esos monstruos escondidos bajo la apariencia de personas comunes y la sombra de quienes los engendraron. Se mire como se mire, es un peliculón.
Lo mejor del día: Estar pegado a la butaca durante 107 minutos totalmente inmerso en la pesadilla de Auschwitz, sin olvidar a Guillermo Francella.
Lo peor del día: Back to the North, que se debería haber llamado «Nos estamos quedando solos» y haberse rodado en clave documental.
Puntuaciones
@Fer_Iradier |
@javivoland |
|
Les Chevaliers Blancs |
7 |
7 |
Back to the North |
3 |
2 |
Son of Saul |
9 |
10 |
Un dia perfecte per volar |
5 |
4 |
No estamos solos |
2 |
3 |
El Clan |
8 |
8 |
FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2015
DIA 8. 25 DE SEPTIEMBRE
No exageramos cuando decimos que el Zinemaldi es una carrera de fondo. Queda poco para llegar a la meta pero empezamos a notar los devastadores efectos del cansancio acumulado a lo largo de estos días. Hoy abrimos los ojos con Iona, segunda visita del realizador Scott Graham a Nuevos Directores. La mujer protagonista de esta historia regresa a la isla que la adoptó junto a su hijo adolescente tras varios años de ausencia, huyendo del presente para chocar con el peso de un pasado no resuelto. No son pocas las similitudes con Shell, que también utilizaba los paisajes de Escocia para encuadrar la soledad interior de sus personajes. Aunque el director construye con acierto un drama de relaciones prohibidas, heridas sin cicatrizar y secretos sobreentendidos, no termina de explotar toda la pólvora de su tragedia shakespeariana. Ciertas elecciones formales como el uso de los flashbacks o ese final a la carrera restan enteros a la atmósfera de un film que podría haber dado mucho más de sí. Puede que no sea una valoración justa, pero se siente como una pequeña decepción comparada con su predecesora.
La última película a concurso ha sido también una de las más duras. Hablamos de Les démons, del canadiense Philippe Lesage. Lo primero que llama la atención de este trabajo es la frialdad con la que el director dirige su atención al mundo de la infancia. Aunque pueda parecer que muchas de las situaciones que presenta no guardan relación entre sí, todas ellas moldean la mente de su pequeño protagonista, dando forma a ese espacio interior en el que se configuran nuestros traumas y deseos primigenios. Somos lo que vivimos, sin ser conscientes de ello. Les démons dilata así una mirada turbia, sutil, errática y engañosa al origen del miedo y su reflejo. Con el cambio de perspectiva y la aparición de ese pederasta en el centro de la realidad, Lesage nos advierte de que algunos monstruos existen a ambos lados del espejo, aunque no siempre seamos capaces de verlos. Esta película bien podría meterse en el saco del terror psicológico, en un sentido amplio de la palabra. No merecía una acogida tan indiferente como la que le ha dispensado el público del Kursaal. Eso sí, es tan interesante como exigente.
A veces Zabaltegi te marca una X en el mapa de los descubrimientos. Es el caso de Comoara, del rumano Corneliu Porumboiu, una comedia sobre las peripecias de dos vecinos asociados en la búsqueda de un tesoro enterrado antes de la llegada de los comunistas al poder. Evidentemente, no vamos a destripar aquí el desenlace de esa excavación que el director estira hasta límites insospechados, con la aparente ingenuidad de un juego de niños. Basta escuchar la versión del Live is Life que cierra la película para advertir el espíritu ácido y juguetón de este sorprendente esperpento minimalista. No todo el mundo conectará con su sentido del humor pero a nosotros nos ha ganado. Curiosamente, el nombre del director me era desconocido hasta que he caído en la cuenta de que el año pasado vimos una película suya en la retrospectiva dedicada al nuevo cine de Europa del Este, 12:08 East of Bucharest. Con esta también nos hemos reído lo suyo, aunque tenga poco que ver con las aventuras de Indiana Jones.
Siempre tratamos de encajar las retrospectivas en nuestros planes, aunque generalmente es la disponibilidad de horarios la que nos lleva a escoger entre una u otra película. Si que teníamos fichada United Red Army, extensa crónica del grupo terrorista de extrema izquierda que surgió en Japón en los años setenta a raíz de las protestas estudiantiles. El veterano Kōji Wakamatsu dedica mucho tiempo a la presentación de los personajes y el contexto histórico pero el grueso de su película lo componen las brutales purgas llevadas a cabo por los líderes Hiroko Nagata y Tsuneo Mori, una obsesión por el ideal de la entrega absoluta a la causa comunista que se saldó con la muerte de varios jóvenes al más puro estilo Battle Royale. A pesar de la avalancha inicial de datos y lo repetitivo de algunas situaciones, la fascinante recreación de esa pareja de psicópatas de la militancia armada plantea muchas reflexiones, humanas y políticas. A partir de hoy, la palabra autocrítica adquiere un nuevo significado en nuestro vocabulario.
Tenemos un caramelito a mano para terminar el día. No podíamos pasar por alto el estreno de Psiconautas en Zabaltegi, sección que acoge algunas de las propuestas más marcianas del Festival. Continuando con las excelencias de su primer cortometraje animado, Pedro Rivero se mantiene fiel al espíritu del cómic de Alberto Vázquez y su acercamiento al existencialismo perturbado de unos animales de peluche atrapados en un mundo sin esperanza, distopía alucinógena de nuestra propia realidad. El resultado es una película absolutamente libre en la que el humor negro, la poesía, la violencia, la tristeza y lo siniestro se fusionan con una facilidad asombrosa. Aunque tenga una personalidad propia muy definida, las influencias de Tim Burton y Miyazaki -no es amor, es una obsesión- se hacen notar en más de una ocasión. Uno de los pocos peros que se le puede poner es su doblaje. Aún es pronto para saber si Psiconautas marcará un antes y un después en el panorama de la animación española independiente pero no cabe duda de que está en el buen camino. Peyote post-apocalíptico para todos.
Lo mejor del día: La aplicación de la autocritica en United Red Army.
Lo peor del día: Ese momento de la semana en el que tu culo y tu espalda empiezan a no aceptar según que butacas, ehhh Kursaal.
Puntuaciones
@Fer_Iradier |
@javivoland |
|
Iona |
4 |
4 |
Les démons |
7 |
4 |
Comoara |
7 |
7 |
United Red Army |
7 |
7 |
Psiconautas |
7 |
7 |
FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2015
DIA 9. 26 DE SEPTIEMBRE
La experiencia nos dice que el último día no suele ser especialmente provechoso para los cazadores de películas. Este año solamente hemos podido encajar un par de proyecciones rebuscando en las profundidades del programa. Clausura la Sección Oficial London Road, un musical atípico donde los haya. No es solo que aborde el caso real de los asesinatos que conmocionaron a la localidad inglesa de Ipswich hace unos años, mezclando a partes iguales comedia británica y realismo social; es que además sus letras reproducen textualmente los testimonios de aquella comunidad sobre un fondo sonoro cercano a la esencia del rock progresivo. No sorprenderá a los que hayan profundizado en las rarezas del género o conozcan la obra original pero ha confundido a muchos espectadores. Lejos de ser perfecta, la película plantea preguntas no necesariamente relacionadas con los efectos colaterales de tener un asesino en serie en el barrio. ¿Se puede hacer un musical en el que las canciones sean lo de menos? Por qué no. Muy a favor de esta original e inclasificable ficción documental. Hay vida más allá de Los miserables.
Dedicamos el tiempo a comer y relacionarnos con nuestro entorno, actividades básicas para el desarrollo humano que hemos descuidado estos días. Las salas están a tope pero ahí está Adama para solucionarnos la papeleta, una película de animación francesa sobre un niño africano que emprende un viaje iniciático para rescatar a su hermano de las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Su dibujo cargado de buenas intenciones entra por los ojos pero no termina de embelesarme. En su original técnica animada a medio camino entre la artesanía de la escultura en arcilla y el ordenador veo cosas propias de un videojuego, como si Los Sims caminasen sobre los escenarios de una aventura gráfica. En cualquier caso, nuestros vecinos nos llevan mucha ventaja en este terreno. Ha sido mi última película, porque me he quedado a las puertas del pase de After Eden. No es de recibo que te manden a la calle cuando todavía quedan sitios libres en la sala. Es la única queja que puedo ponerle a la impecable organización del Festival.
Un año más, hemos seguido la entrega de premios desde la sala de prensa del Kursaal. Poco que añadir al palmarés oficial. Estaba claro que la Concha de Oro tenía que llevársela la única película que no hemos visto. Es momento de hacer balance. Venimos escuchando que esta edición ha sido un tanto floja, una afirmación que no comparto. No es criticable que muchas de las películas de este año hayan escapado a los convencionalismos. El riesgo es un elemento que debiera estar presente en todos los certámenes cinematográficos de prestigio. Es más, es necesario para derribar las barreras que nos limitan como espectadores. Puede que haya faltado una obra maestra a concurso, pero el nivel ha sido bueno. Por no hablar de lo que hemos podido ver en el resto de secciones. Toca meditar en el recuerdo todo ese material acumulado para superar la depresión post-festival, un caudal de vivencias y emociones que resulta difícil condensar en palabras. Nos queda un año de espera hasta el siguiente. Lo tengo puesto de fondo en mi teléfono móvil: Keep Calm and Wait for Zinemaldia.
Lo mejor del día: Celebrar el fin de la 63ª edición del Zinemaldia en la fiesta del Palacio de Miramar con los amigos.
Lo peor del día: This is the end, my only friend, the end.
@Fer_Iradier |
@javivoland |
|
London Road |
7 |
4 |
Adama |
4 |
4 |
Nuestro Palmarés
- Concha de Oro: Evolution
- Premio Especial del Jurado: Les Chevaliers Blancs
- Director: Ben Wheatley (High-Rise)
- Guión: Cesc Gay (Truman)
- Concha de Plata al mejor actor: Ricardo Darín y Javier Cámara (Truman)
- Concha de Plata a la mejor actriz: Agyness Deyn (Sunset Song)
- Premio ¡¿Por qué Rebor?! ¡¿Por qué?!: Lejos del mar
- Joyita como la polla de Fassbender: Un dia perfecte per volar
Top Sección Oficial
- Evolution
- Truman
- Les Chevaliers Blancs
- The Boy and the Beast
- El apóstata
Top Perlas
- Son of Saul
- Anomalisa
- Umimachi Diary
- El Clan
- Mountains May Depart