Alma portuguesa, fados, emigración y comedia. La Jaula Dorada, de Ruben Alves

Sobre el fenómeno de la emigración se podrían escribir cientos de miles de libros y rodar otras tantas películas. Incluso una comedia. Lo sabe de primera mano Ruben Alves, director de La jaula dorada. Nacido en Francia hace 34 años pero de ascendencia lusa, su primer largometraje cuenta la historia de una familia portuguesa afincada en París a la que le cae del cielo una herencia con la que regresar a su país de origen por la puerta grande, para desgracia de sus convecinos. El film se ganó el favor del público en la última edición de los Premios del Cine Europeo, además de convertirse en un éxito de taquilla a ambos lados de nuestras fronteras. Nos reunimos con él a un par de días de su estreno en salas españolas.

Foto Ruben Alves

Arteuparte: La jaula dorada habla de sueños, diferencias culturales, emigración, nostalgia… ¿Por qué escoger una comedia para tocar estos temas?

RA: En primer lugar, porque me gusta la comedia. Pienso que a través de ella se pueden contar muchas más cosas que con el drama. Esta película tiene varias percepciones. Hay personas que se han reído mucho con ella mientras que a otras les ha hecho llorar. Hablar de cosas profundas desde la levedad hace que éstas se entiendan mejor. En el fondo, la película toca un tema delicado. Es la primera película destinada al gran público que habla de la comunidad portuguesa en Francia, así que tenía que tener cuidado con los clichés pero siempre desde la verdad. Cuando el fondo es auténtico se puede llegar muy lejos, aunque juegues con los clichés. Lo más importante es la esencia de las cosas. No es sólo una comedia. Quizás se podría calificar de comedia dramática, porque trata un tema mucho más profundo. No es fácil conseguir ese equilibrio pero en mi caso ha sido algo natural porque yo veo la vida es de esta forma. Todos vivimos cosas increíbles, profundas y dramáticas. Depende de tu visión de la vida. A mí me gusta ver la esperanza y el lado positivo de las cosas.

AP: La película está dedicada a tus padres. ¿Tiene algún componente biográfico?

RA: Sí. Ellos han sido mi inspiración. Mi madre es portera y mi padre trabajó en la obra, aunque por desgracia a ellos no les tocó ninguna herencia millonaria. Hay muchas influencias de la comunidad portuguesa y otros inmigrantes, tal y como yo los he visto en Francia. Están muy integrados pero al mismo tiempo salvaguardan su cultura. Los portugueses tienen una serie de valores muy arraigados que llevan consigo a todos lados. Muchos emigrantes han visto su vida reflejada en esta película. También hay mucho de cómo ven los franceses a los portugueses y viceversa. Por ejemplo, ese personaje francés que confunde Portugal con España. De pequeño hubo mucho de eso en mi vida. Y lo sigue habiendo. En una presentación de la película una mujer vino a hablar conmigo para decirme que le había encantado “la parte del flamenco”, cuando lo que sonaba era fado. Para algunos franceses es todo lo mismo: mediterráneo, latino… Quería jugar con eso.

AP: Aunque ya estabas metido en el mundo del cine, éste ha sido tu primer largometraje. ¿Cómo conseguiste la financiación necesaria?

RA: Tuve que luchar para sacarlo adelante y conseguir el casting que quería, pero me acompañó la suerte porque a Pathé le gustó la historia desde un principio. Contar con un distribuidor y productor tan grande para una ópera prima es un lujo. Llegas con un sentimiento puro y con ellos vas aprendiendo muchas cosas. Nunca tienes que dejar de lado lo que sientes. Lo que he aprendido de esta experiencia es que puede haber una industria pero lo más importante es lo que tú quieres decir, mantener esa esencia. No fue siempre fácil y hubo que pelear por ello pero nunca me abandonaron las ganas. Pienso que mi lado de actor me ha ayudado a la hora de poder trasmitir mi entusiasmo a los productores. Ha sido una suerte que gente como Pathé o TF1 hayan confiado en mí. También está la presencia de una pequeña productora, Zazi, y de mi amigo Hugo Gélin. Somos gente seria que trabajamos mucho y nos gustan las cosas bien hechas. Eso les transmitió confianza. No por ser debutante o pequeño dejas de ser profesional.

AP: En tu película hay dos grandes actores portugueses como Rita Blanco y Joaquim de Almeida. ¿Cómo conseguiste ficharlos?

RA: Tan fácil como preguntarles si querían participar. Lo más difícil fue dar con ellos. No es tan sencillo como enviar un guión y esperar. A Joaquim de Almeida me lo encontré hace unos años en un cóctel en la playa durante el festival de Cannes. Se puso a comentar conmigo lo que había para comer. Me pareció tan portugués eso de hablar de comida que inmediatamente vi en él al personaje de José. Le conté que estaba escribiendo un guión y le pregunté si podía mandárselo. Le encantó. Es un papel genuino y muy humilde, así que para él era todo un desafío después de tanto hacer de malo en grandes películas americanas. En cuanto a Rita Blanco, para mí es una de las mejores actrices portuguesas. Fui a buscarla a su casa de Lisboa y en cuanto nos conocimos trabamos amistad y vimos que entendíamos el cine de la misma manera. También está Jean-Pierre Martins, que es un actor muy conocido en Francia por su papel de Cerdan en La Môme, la película de Édith Piaf (N.del.E.: La vida en rosa). Al igual que yo, sus padres son portugueses. Nadie lo sabía antes de la película. Cuando quieres algo no hay que esperar a que llegue, sino ir a buscarlo. Yo lo hice con todas mis ganas y mi ingenuidad. Creo que los actores sintieron eso. A veces se dramatiza mucho con el tema de los grandes actores pero lo más difícil es llegar a ellos a través de sus agentes. Cuando se puede hablar de creación con ellos, cara a cara, siempre es todo más fácil.

AP: Me acuerdo de aquella vez que nos encontramos a John Malkovich en el Festival de Cine de San Sebastián, acompañando a una película latinoamericana como productor.

RA: Precisamente, su mujer es portuguesa y por eso hace muchas cosas allí. Su última película, que se estrena ahora, ha sido rodada en Portugal. Siempre se interesa por el cine independiente europeo, buscando producir cosas pequeñas. Es fantástico cuando tienes a un artista como él, que se interesa por tu idea. En mi caso, así ha sido con Joaquim, que lleva años en Estados Unidos.

AP: En tu película se le da mucha importancia a la música…

RA: Yo quería trasmitir el alma portuguesa a través de la música, las guitarras y el fado, pero no quería una cosa muy dramática. Prefería utilizarla de contraste, por ejemplo usando un tipo de música profunda para una escena cómica. Me gusta mucho jugar con eso. Rodrigo Leão es un compositor muy famoso en Portugal. El no estaba acostumbrado a trabajar con guitarras portuguesas, así que colaboró con dos guitarristas que también me gustan mucho. Otros temas suyos ya estaban compuestos antes. Lo de la música fue una cosa muy especial, darle color a la película a través de ella. Aquí ocurrió lo mismo que con los actores. Rodrigo Leão es un grande en Portugal y después de mi película compuso la banda sonora de El mayordomo en Estados Unidos. También hay influencias de cosas que yo escuchaba cuando era pequeño, música tradicional o canciones que oía cantar a mi madre. Para mí la música es algo muy importante.

AP: La jaula dorada ha sido un éxito tanto en Francia como en Portugal. ¿La consideras una película francesa, portuguesa o una cosa intermedia? ¿Te sorprendió que haya gustado tanto en ambos países?

RA: Pienso que es la película francesa más portuguesa que se haya hecho. La producción y la manera de trabajar son francesas, pero hay mucho alma portuguesa. No tenía claro que fuese a gustar en Portugal, si a los portugueses les interesaría el tema, porque allí tienen una historia un poco extraña con los emigrantes. No están bien vistos ni se les conoce bien. Pero quizás con esta película hayan podido entenderlos mejor. Es por eso que muchos portugueses sintieron curiosidad por ella. Algunos me han dicho que es la mejor película portuguesa que han visto, aunque en realidad sea francesa. La sienten como suya y eso es maravilloso. En Francia muchos periodistas la destacaron como una cosa fresca, sin maldad, en la que todo es positivo y muy humano. En estos tiempos de crisis este tipo de películas son muy bien recibidas. No esperaba tanto éxito en otros sitios. El año pasado fue la cuarta película francesa con más espectadores fuera del país.

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AP: Tu película me trae a la cabeza Las chicas de la sexta planta e incluso Ocho apellidos vascos, que también ha arrasado en taquilla jugando con los estereotipos. ¿Dónde está la clave para que una historia que parte de localismos funcione en cualquier sitio?

RA: Pienso que cuando vas con la verdad por delante puedes tocar muchos temas. Es la historia de una familia portuguesa en Francia, sí, pero también podría ser la de una familia española en París. No serían los mismos detalles pero el fondo no variaría. Tal vez por eso mi película esté viajando por todo el mundo. Es una historia universal. Yo he nacido en París y tengo raíces portuguesas pero me considero un ciudadano del mundo. Quizá tenga ese halo de universalidad propio de las emociones. Es una película abierta al mundo. En Colombia no hay apenas portugueses pero cuando pasó por allí también gustó mucho, porque compartimos los mismos valores. Ha pasado un año pero sigo dispuesto a viajar para presentarla más allá de donde pueda haber una comunidad portuguesa instalada.

AP: ¿Tienes en mente algo para tu próxima película?

RA: He empezado a trabajar en una idea bastante difícil. El tema es dramático pero no quiero hacer un drama de ello. Será un poco más seria que La jaula dorada pero quiero darle una forma universal, que sea una película para toda clase de público, para atraer tal vez a los que no quisieron ver ésta por ser una comedia. Durante este intenso año de viajes he podido pensar mucho en lo que andaba buscando.

AP: Tienes una carrera como actor, has rodado varios cortometrajes… ¿Cómo ha sido la experiencia de dirigir tu primer largo?

RA: Soy autodidacta. Desde pequeño vengo grabando mis propias historias con Hugo, el productor de mi película, que es amigo mío desde los tres años. Teníamos una cámara, escribíamos guiones y durante las vacaciones de verano rodábamos películas que compartían un mismo personaje. Todos nuestros amigos esperaban verlas en septiembre. Lo hemos venido haciendo desde que teníamos once o doce años. Así fui aprendiendo, sin teoría. Mi primera influencia es mi vida, antes que otras películas. Siempre estoy observando lo que ocurre a mi alrededor. Después, claro, me encantan los universos de otros directores. Por ejemplo, Almodóvar es toda una inspiración para mí. Tiene todo lo que me gusta. Puede hacer una caricatura sin renunciar a la verdad, decir lo más improbable sin que pierda fuerza. Fue un honor ganarle el Premio del Público en los Premios del Cine Europeo a Los amantes pasajeros. Cuando lo recogí él estaba allí con sus actores. Increíble poder decirle que Mujeres al borde de un ataque de nervios fue toda una revelación para mí. Me encanta su universo.

AP: Para terminar, mientras veía La jaula dorada no he podido evitar pensar en el término “saudade”, que no tiene traducción al castellano. ¿Hablarías de esa especie de nostalgia en relación a tu película?

RA: Es una acepción muy particular y muy portuguesa. No es tristeza, es echar en falta algo pero sentirlo de una manera positiva, como sentir tristeza y alegría al mismo tiempo. La saudade se confunde con el fado, porque es la misma cosa. Hablan de la muerte, la vida o el amor. Puede ser fatalista pero al mismo tiempo habla también de esperanza. Pienso que hay mucho de ese deseo en la película. Siempre tenemos saudade de nuestro país, donde están nuestras raíces, pero también del país que nos ha abierto sus puertas. Lo dice uno de los personajes: Tus hijos son franceses ahora. Todos los inmigrantes pueden sentir lo mismo, sin importar su origen. Después de cuarenta años es tu país y tu cultura, pero sientes saudade de tu tierra. Eso es de una riqueza muy grande. Durante un coloquio, un árabe nos contó que vivía dividido entre Francia y Marruecos. Eso sí, desde niño, cuando le preguntan si no es incómodo vivir sentado sobre dos caderas, siempre contesta que es mucho mejor que estar sentado solamente sobre una.

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 La Jaula Dorada se estrena el viernes 20 junio en el Príncipe (Donosti) y en diversas salas nacionales. 

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Entrevista by Fernando Iradier